La salud cuando se trabaja…

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He leido hace un ratillo que Hugh Laurie, protagonista de House, se ha vuelto a Reino Unido porque, tras cuatro años alejado de su familia, se le ha diagnosticado una depresión. A pesar de ser un tema que se preste a la frivolización, máxime cuando el actor percibe por cada capítulo grabado en torno a 300.000 €, no deberíamos caer en ella. Tras haber estado trabajando en medios más de 14 años en todos sus frentes y para muchos productos diferentes puedo afirmar que esta dolencia es muy habitual entre quienes trabajan en medios y van cumpliendo años, comprueban dia a día que su situación laboral no mejora; su situación económica se estanca o va en retorceso y sobre todo que su situación personal se encuentra en una nebulosa tan vacía como abstracta pues tras jornadas de trabajo maratonianas, apenas si les queda tiempo para su vida personal. Así que, ni la pasta que este señor pueda recibir por su trabajo, ni el «beneficio social» que pueda recibir por su interpretación compensan estar lejos de los suyos. Hoy, Dr. House, me siento cerca de usted. FormulaTV

~ por elninodelsur en 31 octubre 2007.

3 respuestas to “La salud cuando se trabaja…”

  1. Muy buenas. Agregado el blog a favoritos.
    Si Laurie deja la serie, se acaba House. Es el problema de llamar a una serie con el nombre del protagonista (aunque aún sigo sin entender cómo se pretendía hacer aquí Ana y los siete sin Ana).

    Saludos!

  2. Hola niñodelsur, yo también trabajo en la televisión (…), en un puesto más o menos «creativo» o eso es lo que pensaba al principio. Es cierto que tras 10 años de trabajo, la ilusión inicial se relaja para dejar paso a un hastío de rutina diaria, al cigarrito y el café con los compañeros. La verdad es que no nos tendríamos que entristecer por sentir desgana, al contrario, asimilemos que es fruto del sistema empresarial contemporáneo y adaptémonos. Antes nombré la «ilusión inicial», también llamado «máximo punto de enfoque de la energía sin control del adolescente», y mira tú, pasados esos 10 años, el tiempo me dice que son ideas pueriles, lógicamente y que se aprovecharon de mí inocencia laboral. Me explicaré. Todos hemos tenido sueños de triunfo artístico, laborales, deportivos, etc. Digamos que va en nuestra naturaleza, en el transcurso vital, y ocupa un lugar predestinado el plantearnos estos retos. En otro momento, década de los 50, los 60 por ejemplo, la meta hubiera podido estar fácilmente a nuestro alcance. Se premiaba al emprendedor o al visionario. Todos lo recordamos del blanco y negro ¿no? Pero hoy en día nada más lejos de la verdad. Ser tuerca (fácilmente reemplazable) en la fría maquinaria del moderno sistema empresarial. El éxito individual ha sido reemplazado por el bien colectivo del grupo (beneficio que se traduce en Audis para los accionistas de la empresa). La disipación del yo (te copio) en esa nebulosa tan vacía como abstracta. ¿Necesito recordarme que el mito del triunfador elegido entre un millón fué provocado por ese «american dream» especulador de las teleseries y películas de los 80? Mira que ha mamado tele nuestra generación. Y claro, en 10 años has tenido tiempo suficiente para darte cuenta de la mierda en la que estas metido hasta los sobacos. ¡Pero es que tiene que ser así! Tenemos que pasar por el aro para que exista la esperanza de que alguno no lo haga y se pregunte si merece la pena. Por mucho dinero o golosinas a las puertas de un colegio que te den. Aunque todo tiene su lado «bueno». El cigarrito y el café con los compis a la puerta de la empresa no tiene precio. Un abrazo fuerte.

  3. Tú lo has dicho Vidi. Al final, lo que queda del trabajo son las buenas amistades y los compañeros. A eso se reduce nuestro trabajo. Amistades. Y no es poco. Pero del trabajo, desengañémonos…
    Gracias Patricio por colocar este blog entre tus favoritos. Espero que nadie se sienta defraudado.

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